El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento

30 ago 2014

 
Portada del reportaje "Arriba el telón: Nuevos espacios"
 
Teatro. El alma máter de las artes. Nos apropiamos de las palabras de Fernando Rojas para decir que el teatro es “un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una dulce y fiera herida, una blanda muerte

Cuando se piensa en teatro, imaginamos butacas de terciopelo, recordamos grandes escenarios con telones de fondo, disfrutamos del actor sobre las tablas y revivimos esa profunda sensación de atemporalidad. Es el hogar patrio de los textos clásicos, pero también la incubadora inagotable de apuestas arriesgadas.

Y es que si hay algo que podemos destacar del teatro, es su capacidad de transformación. En especial, en nuestro país. La industria teatral española ha sobrevivido en los momentos más duros para la cultura, aún siendo amenazada por las guerras políticas, la censura y la devastadora crisis económica actual que ha mermado la afluencia de público a salas y teatros.

El teatro, como el agua, ha sabido encontrar caminos que fluyeran hacia la libertad de expresión. Y es en este punto, en la incesante búsqueda de nuevos modelos que funcionen, donde han aparecido nuevos espacios al margen de los convencionalismos, que han desdibujado los límites de la representación, que han aportado frescura a un mundo jerarquizado por el peso de la tradición.

La evolución del teatro es un hecho incuestionable pero ¿hasta qué punto sigue siendo teatro una obra representada a pie de calle? ¿Y un texto improvisado en medio de un salón? ¿Disfrutamos del mismo teatro cuando lo vemos desde un suelo frío que desde una platea?

¿El teatro fuera del teatro, sigue siendo teatro?





Lo único que puede afirmarse es que nadie puede vaticinar el futuro. Si el teatro seguirá transformándose, sólo el tiempo lo dirá. Los nuevos espacios escénicos han comenzado una revolución que, como siempre ha ocurrido en malos tiempos, ha forzado al teatro a evolucionar para convertirlo en un reflejo de esa sociedad.

Discutible es hasta qué punto puede considerarse entretenimiento, discutible es la transformación escénica en la que ha derivado, y discutibles son los géneros que nacen y mueren en el camino de la experimentación.

Lo único inalterable es la simple idea de su función, que corre el peligro de desaparecer entre tantos cambios. No se debe hacer teatro para contar las cosas, sino para cambiarlas.


La vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso canta, ríe, llora y vive intensamente cada momento antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.
Charles Chaplin.

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